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Desde hace unos años, la artista Rocío Rodrigo encabeza el transgresor proyecto Flujo. Como algunas obras inciativas de este tipo en Lima y en el mundo, Flujo busca constituirse como una alternativa inclusiva que integre a los artistas visuales y no dependa del a veces rigído y excluyente sistema de las galerías de arte y museos.

Esta propuesta incluye a Cubo y a Nexo; el primero, una plataforma de exhibición itineranteque apunta a recorrer Lima (y quizá también otros lugares del Perú y el mundo) y mostrar obras de arte en espacios tan imprescindibles y públicos como mercados, restaurantes, plazas y hasta aviones. Además, busca actuar sin el filtro de curadores que trabajen en el mainstream artístico e incluir a todo tipo de creadores de distintas generaciones y con backgrounds también heterogéneos. Por otro lado, Nexo es la dimensión pedagógica de Flujo y busca crear vínculos en la educación en artes visuales.

Flujo no es un espacio físico, pero tampoco todo virtual. Y es que, es más que un "espacio", Flujo es el desplazamiento de las artes visuales a través de los lugares cotidianos de reunión humana. Desde las sofisticadas tiendas de diseño hasta los grandes centros comerciales, Flujo pretende, mediante la cobertura más amplia e indiscriminada, atraer hacia las artes al público. Como una alternativa distinta a las muchas posibilidades de ocio y placer, Flujo quiere captar la atención del público necesitado de actividades reflexivas no laborales. Apela al arte como vehículo no sólo de disfrute sino también de cultura. Es por eso que Flujo posee también un carácter informativo y formativo.

Sin embargo, toda pretensión educativa en el Perú es complicada, más aún tratándose de la recuperación de actividades consideradas elitistas, como lo son las artes visuales. Reconocidos esfuerzos de musesos y galerías particulares resultan escasos frente a un público aún ausente. Es por esa razón que Flujo no es un "lugar" sino "acción"; no es una galería que acoge, sino una corriente, un fluido que "invade", rompe la infraestructura de lo ya existente, añadiéndole ese "elemento extraño" y único que constituye la obra del arte, articulando a ésta con la continuidad.
Con esos fines, Flujo quiere ser, a tráves de su Galería Cubo, un espacio en permanente "peregrinación". Conduce a los artistas hacia sus consumidores potenciales. Los reúne. Propicia y propone una nueva convivencia entre el arte y la vida diaria, entre el hombre que produce y el hombre que crea. Flujo quiere ser un complemento en la vida. Es por eso que, si bien procura despertar el internos en un público pudiente que lo sostenga, su efecto expansivo alcanzará a todos los sectores de la sociedad. Se trata de empezar a crear una conciencia integradora, una cultura en movimiento que beneficia a todos.

Flujo activa y revitaliza los espacios públicos y privados y el aún desperdiciado potencial creativo que todos tenemos, ya que desde el momento en que entra en acción (es decir, desde que empieza a infuir) absorbe e integra las ideas y creencias de los individuos que participan, dandóle ellos fuerzas renovadoras de la corriente.